Acusado de quedarse el dinero de una mujer con demencia dice que eran "como madre e hijo"
Un hombre acusado de un delito de apropiación indebida por supuestamente quedarse con 135.000 euros de una anciana con demencia poco antes de morir ha asegurado en el juicio que se celebra en la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife que la relación entre ambos era como de "madre e hijo".
Ha declarado que esa relación fue así desde que él nació y la mujer trabajaba como empleada en una tienda de su familia.
La Fiscalía solicita la devolución del dinero más intereses y tres años y medio de cárcel, mientras que la acusación particular eleva la pena de prisión a seis años y la defensa pide la libre absolución.
Para demostrar la confianza que la mujer tenía en el acusado, éste ha detallado que ella se mudó para estar más cerca, que él usaba su apartamento los fines de semana, que compartían un cuenta conjunta, que le había otorgado un poder y que días antes de fallecer a finales de 2017 firmó una donación por 135.000 euros.
Previamente, el procesado se encargaba de todo tipo de trámites y gestiones a su nombre en el banco o en las instituciones, y la acompañaba siempre al médico, excepto una vez que lo hizo un sobrino pero que según el procesado fue con la única intención de inhabilitarla.
Otra prueba del cariño y confianza que le tenía es que a lo largo de los años le había comprado un coche, hecho regalos de boda y cada cierto tiempo le entregaba dinero en efectivo de hasta 15.000 euros, según ha relatado en la vista oral.
Preguntado cómo era posible que la mujer firmara la donación en el momento en el que estaba ingresada, padeciendo una fuerte demencia según algunos médicos y ni siquiera tenía gafas, aseguró que se las había llevado porque tenía las llaves de su casa y que la mujer estaba en perfectas condiciones mentales.
Dijo que antes de firmar le explicó el contenido del documento, respondió a sus preguntas y finalmente ella mostró su total acuerdo.
Asegura que su papel no era el de un administrador sino que más bien ella le decía lo que quería y él lo cumplía siempre contando con el “100% de su autorización”.
Así ocurrió cuando pocos días antes de su fallecimiento el hombre hizo una transferencia de 135.000 euros de la cuenta que compartían a la suya a través de la donación, y que era justo la mitad de los fondos que había en el banco, de los que 25.000 euros los había ingresado de su propio bolsillo.
Ha calificado las declaraciones del día anterior de los familiares de la anciana como “los mundos de Yupi” porque según asegura “habría hecho falta una habitación en el hospital mucho más grande para que pudieran estar todos los que ahora aseguran que la fueron a visitar”.
La donación la realizó, según asegura, por la insistencia de ella en querer dejarle el dinero y por eso se empeñó en que redactara el documento y luego ella lo firmó como era su deseo.
Admitió que a lo largo de los años la mujer hizo varios testamentos, el último a favor de su hermana, que también sufría demencia, por lo cual los bienes tendrían que haber ido a otros familiares.
El acusado se negó a contestar a la acusación particular, que representa a los herederos, y sólo lo hizo a la Fiscalía y a su propia abogada.
Ha declarado que esa relación fue así desde que él nació y la mujer trabajaba como empleada en una tienda de su familia.
La Fiscalía solicita la devolución del dinero más intereses y tres años y medio de cárcel, mientras que la acusación particular eleva la pena de prisión a seis años y la defensa pide la libre absolución.
Para demostrar la confianza que la mujer tenía en el acusado, éste ha detallado que ella se mudó para estar más cerca, que él usaba su apartamento los fines de semana, que compartían un cuenta conjunta, que le había otorgado un poder y que días antes de fallecer a finales de 2017 firmó una donación por 135.000 euros.
Previamente, el procesado se encargaba de todo tipo de trámites y gestiones a su nombre en el banco o en las instituciones, y la acompañaba siempre al médico, excepto una vez que lo hizo un sobrino pero que según el procesado fue con la única intención de inhabilitarla.
Otra prueba del cariño y confianza que le tenía es que a lo largo de los años le había comprado un coche, hecho regalos de boda y cada cierto tiempo le entregaba dinero en efectivo de hasta 15.000 euros, según ha relatado en la vista oral.
Preguntado cómo era posible que la mujer firmara la donación en el momento en el que estaba ingresada, padeciendo una fuerte demencia según algunos médicos y ni siquiera tenía gafas, aseguró que se las había llevado porque tenía las llaves de su casa y que la mujer estaba en perfectas condiciones mentales.
Dijo que antes de firmar le explicó el contenido del documento, respondió a sus preguntas y finalmente ella mostró su total acuerdo.
Asegura que su papel no era el de un administrador sino que más bien ella le decía lo que quería y él lo cumplía siempre contando con el “100% de su autorización”.
Así ocurrió cuando pocos días antes de su fallecimiento el hombre hizo una transferencia de 135.000 euros de la cuenta que compartían a la suya a través de la donación, y que era justo la mitad de los fondos que había en el banco, de los que 25.000 euros los había ingresado de su propio bolsillo.
Ha calificado las declaraciones del día anterior de los familiares de la anciana como “los mundos de Yupi” porque según asegura “habría hecho falta una habitación en el hospital mucho más grande para que pudieran estar todos los que ahora aseguran que la fueron a visitar”.
La donación la realizó, según asegura, por la insistencia de ella en querer dejarle el dinero y por eso se empeñó en que redactara el documento y luego ella lo firmó como era su deseo.
Admitió que a lo largo de los años la mujer hizo varios testamentos, el último a favor de su hermana, que también sufría demencia, por lo cual los bienes tendrían que haber ido a otros familiares.
El acusado se negó a contestar a la acusación particular, que representa a los herederos, y sólo lo hizo a la Fiscalía y a su propia abogada.
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