Una tormenta apocaliptica
No hay palabras para describir el horror, la pena y el sentimiento de solidaridad con las victimas del temporal que azota la Península y que se ha cebado especialmente con Valencia y Albacete, manteniendo en alerta otras zonas de nuestro país, donde continúan sufriendo sus efectos.
![[Img #97046]](https://gomeraverde.es/upload/images/11_2024/3564_cristopher-marrero-670x431.jpg)
Cristopher Marrero Galvan
No hay palabras de consuelo capaces de aliviar el sufrimiento de las familias de las 96 victimas mortales ni de las familias de los desaparecidos. Siquiera se pueden ver las apocalípticas imágenes de lo sucedido sin sentir un nudo de dolor, rabia e impotencia por tantísimas perdidas y los miles de personas que en unas pocas horas han recibido un impacto de tal magnitud en sus vidas que no lo olvidaran jamás.
La naturaleza nos muestra una vez más su peor cara. Una cara que muchos y muchas de nosotros hemos atisbado a conocer en forma de incendios, de riadas, de volcanes y temporales. Una expresión de fuerza y destrucción de tal magnitud que requerirá una respuesta de solidaridad, cooperación y apoyo excepcional para tratar de paliar sus efectos y reconstruir lo material porque los daños humanos y sus secuelas serán irrecuperables.
Vivimos una era de las tecnologías y el conocimiento. Los últimos años hemos estado rodeados de conceptos como ciudades inteligentes, Smart islands y otros tantos frecuentemente vinculados a la resiliencia y la capacidad de las comunidades de anticiparse y prevenir este tipo de catástrofes. Hemos diseñado sistemas de transferencia datos y redes de comunicación capaces de recopilar y monitorizar, en tiempo real, casi cualquier parámetro físico o químico y aun así esto ha ocurrido y no cabe menos que hacer una reflexión inexorable. ¿Pudo evitarse?
La Agencia Española de Meteorología había avisado desde la semana pasada que esta DANA tenía un enorme potencial para entrar en el grupo de las de alto impacto y llegó incluso a activar un aviso de color rojo, pero esto no ha sido suficiente para evitar que, probablemente, se superen el centenar de victimas mortales en las próximas hora y quizás esto es sobre lo que debemos reflexionar porque en estas situaciones siempre hay que ponerse del lado de la seguridad y sólo con que sirva para salvar una vida humana es mejor pecar por exceso de precaución que de confianza.
Ayer, una vez más, en un escenario de polarización y enfrentamiento sin límites que mancha y desprestigia el sentido intrínseco del ejercicio de la política, mientras todas las miradas y los corazones del país estaban en Valencia, el Congreso de los Diputados suspendió la sesión de control al Gobierno, a petición de los grupos de la oposición, pero mantuvo un pleno urgente para convalidar el real decreto de renovación del Consejo de Administración de RTVE(me pregunto si no podía esperar porque no parece que fuera tan urgente y como mínimo es una falta de respeto inaceptable).
Mientras tanto el gobierno valenciano reaccionó presuntamente tarde tanto en la convocatoria del Cecopi como en el envío de una alerta cuando ya la población se enfrentaba al caos. No cabe menos que preguntarse si en esta nueva era política que no para de abochornarnos, los principios elementales de empatía, humanidad y capacidad han dejado de importar.
Está en quienes nos gobiernan la responsabilidad de habilitar los recursos y las medidas necesarias para que proteger a la población, salvaguardar vidas y contribuir a generar espacios de vida seguros y resilientes. Tras la riada de 1957, en plena dictadura franquista, se diseñó el desvío del cauce del río Turia, el Plan Sur, para tratar de evitar futuras riadas. Casi setenta años después esta infraestructura ha sido determinante para evitar un daño aun mayor, demostrando que hay que aprender de estas desgracias, analizar las causas y tomar las medidas necesarias para tratar de evitar que vuelvan a ocurrir. Esperemos que así sea.
Sin embargo, en estas situaciones tan graves siempre tenemos la ventaja de contar con seres humanos excepcionales, protección civil, bomberos, militares que se entregan en cuerpo y alma, a riesgo de sus propias vidas, a la tarea de salvar las de la población y en esta ocasión no ha sido diferente. Estas personas merecen afrontar esa lucha con los mejores equipamientos, formación y medios disponibles para ello. Héroes y heroínas anónimas que hacen este mundo un lugar un poco mejor. Honor y gratitud para ellos y ellas.
Los seres humanos nada podemos contra el clima, acaso sólo asumir el cambio y actuar para prevenirlo. Sólo queda en estos momentos brindar todo nuestro apoyo, cariño y solidaridad a los afectados y elevar una plegaria para que esta DANA termine sin más victimas mortales y con los menores daños materiales posibles.
Cristopher Marrero Galvan
No hay palabras de consuelo capaces de aliviar el sufrimiento de las familias de las 96 victimas mortales ni de las familias de los desaparecidos. Siquiera se pueden ver las apocalípticas imágenes de lo sucedido sin sentir un nudo de dolor, rabia e impotencia por tantísimas perdidas y los miles de personas que en unas pocas horas han recibido un impacto de tal magnitud en sus vidas que no lo olvidaran jamás.
La naturaleza nos muestra una vez más su peor cara. Una cara que muchos y muchas de nosotros hemos atisbado a conocer en forma de incendios, de riadas, de volcanes y temporales. Una expresión de fuerza y destrucción de tal magnitud que requerirá una respuesta de solidaridad, cooperación y apoyo excepcional para tratar de paliar sus efectos y reconstruir lo material porque los daños humanos y sus secuelas serán irrecuperables.
Vivimos una era de las tecnologías y el conocimiento. Los últimos años hemos estado rodeados de conceptos como ciudades inteligentes, Smart islands y otros tantos frecuentemente vinculados a la resiliencia y la capacidad de las comunidades de anticiparse y prevenir este tipo de catástrofes. Hemos diseñado sistemas de transferencia datos y redes de comunicación capaces de recopilar y monitorizar, en tiempo real, casi cualquier parámetro físico o químico y aun así esto ha ocurrido y no cabe menos que hacer una reflexión inexorable. ¿Pudo evitarse?
La Agencia Española de Meteorología había avisado desde la semana pasada que esta DANA tenía un enorme potencial para entrar en el grupo de las de alto impacto y llegó incluso a activar un aviso de color rojo, pero esto no ha sido suficiente para evitar que, probablemente, se superen el centenar de victimas mortales en las próximas hora y quizás esto es sobre lo que debemos reflexionar porque en estas situaciones siempre hay que ponerse del lado de la seguridad y sólo con que sirva para salvar una vida humana es mejor pecar por exceso de precaución que de confianza.
Ayer, una vez más, en un escenario de polarización y enfrentamiento sin límites que mancha y desprestigia el sentido intrínseco del ejercicio de la política, mientras todas las miradas y los corazones del país estaban en Valencia, el Congreso de los Diputados suspendió la sesión de control al Gobierno, a petición de los grupos de la oposición, pero mantuvo un pleno urgente para convalidar el real decreto de renovación del Consejo de Administración de RTVE(me pregunto si no podía esperar porque no parece que fuera tan urgente y como mínimo es una falta de respeto inaceptable).
Mientras tanto el gobierno valenciano reaccionó presuntamente tarde tanto en la convocatoria del Cecopi como en el envío de una alerta cuando ya la población se enfrentaba al caos. No cabe menos que preguntarse si en esta nueva era política que no para de abochornarnos, los principios elementales de empatía, humanidad y capacidad han dejado de importar.
Está en quienes nos gobiernan la responsabilidad de habilitar los recursos y las medidas necesarias para que proteger a la población, salvaguardar vidas y contribuir a generar espacios de vida seguros y resilientes. Tras la riada de 1957, en plena dictadura franquista, se diseñó el desvío del cauce del río Turia, el Plan Sur, para tratar de evitar futuras riadas. Casi setenta años después esta infraestructura ha sido determinante para evitar un daño aun mayor, demostrando que hay que aprender de estas desgracias, analizar las causas y tomar las medidas necesarias para tratar de evitar que vuelvan a ocurrir. Esperemos que así sea.
Sin embargo, en estas situaciones tan graves siempre tenemos la ventaja de contar con seres humanos excepcionales, protección civil, bomberos, militares que se entregan en cuerpo y alma, a riesgo de sus propias vidas, a la tarea de salvar las de la población y en esta ocasión no ha sido diferente. Estas personas merecen afrontar esa lucha con los mejores equipamientos, formación y medios disponibles para ello. Héroes y heroínas anónimas que hacen este mundo un lugar un poco mejor. Honor y gratitud para ellos y ellas.
Los seres humanos nada podemos contra el clima, acaso sólo asumir el cambio y actuar para prevenirlo. Sólo queda en estos momentos brindar todo nuestro apoyo, cariño y solidaridad a los afectados y elevar una plegaria para que esta DANA termine sin más victimas mortales y con los menores daños materiales posibles.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.60