Viernes, 03 de Octubre de 2025

José Ignacio Algueró Cuervo
Martes, 08 de Abril de 2025

Gabriel Vicente Sánchez Santos, un ejemplo

El 7 de agosto de 2023, publicaba en la prensa digital de La Gomera un homenaje póstumo a Ángel Suárez Padilla (“Angelito”) en el que hacía referencia a su “militancia en el por entonces ilegal Partido Comunista de España junto a camaradas como Manuel Benito Herrera Mesa, Gabriel Vicente Sánchez o Cosme Piñero Arteaga”, añadiendo que los cuatro me habían honrado con su amistad.


[Img #98941]

José Ignacio Algueró Cuervo

 

Desgraciadamente, el pasado jueves fallecía Gabriel, y no puedo menos que echar la vista atrás por unos momentos y transmitir a sus familiares y amigos, a través de este escrito, mi valoración de quien se nos acaba de ir.
 

Debí de verlo por primera vez hacia 1987 en algún acto celebrado en lo que por entonces era el Colegio Público “La Lomada”, en el que tenía como alumna a su hija Irma, aunque normalmente era su esposa Felicita -ya fallecida-, la que, siguiendo la práctica habitual por entonces, acudía al Centro cuando eran convocados padres y madres. Aprovecho para señalar aquí que Irma mostraría siempre un respeto hacia los maestros y un espíritu de trabajo que a buen seguro habían sabido inculcarle en casa.
 

A raíz de hacerme cargo de la secretaría general de CCOO de La Gomera, allá por 1992, el contacto con Gabriel se hizo más habitual. Descubrí a un pequeño propietario agrícola que, según relato del citado Manuel Benito, defendía como el primero el derecho a reclamarle al gobierno unas infraestructuras que permitieran el riego gratuito de sus llanos, por considerar el agua un bien común que pagaban con sus impuestos.
 

Como empleado público que acabaría siendo transferido al Cabildo Insular, mostró siempre un compromiso inquebrantable con la defensa de los derechos laborales no sólo de él, sino de todos sus compañeros. No había concentración o manifestación a la que no acudiera.
 

Pese a los problemas respiratorios y auditivos, que se irían acrecentando con la edad, Gabriel no callaba ante lo que él considerara un abuso o una injusticia, ya fuera a nivel de política internacional, nacional o local. Y, por supuesto, alzaba -y mucho- su voz indignada ante cualquier “vendido”, “adulón”, “sinvergüenza” o “chupón” que se encontrara, especialmente si era un modesto obrero como él que había cedido ante una mejora laboral, o una “ayudita” pagada con el silencio o con el voto.
 

Esos prontos a los que acabo de referirme podían hacer pensar que estábamos ante una persona huraña, ante un cascarrabias, ante un rebelde sin causa. Sin embargo, en mi opinión Gabriel no era nada de eso. En nuestras charlas en las proximidades del Mercado de San Sebastián, ya jubilado, pude confirmar que estaba ante una persona íntegra, afectuosa, sensible, generosa y, sobre todo, fiel. Una persona en la que podías confiar porque sabías que sus principios eran inquebrantables y prefería perder él antes que faltar a los mismos.
 

En estos tiempos que corren, en que el materialismo y la insolidaridad impregnan el día a día, figuras como la de Gabriel adquieren, por su singularidad, su auténtica dimensión. Él ha muerto, pero su ejemplo vivirá en quienes lo apreciamos. 

 

Descanse en paz.

 

Comentarios
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.158

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.