Lunes, 03 de Noviembre de 2025

Oscar Izquierdo
Martes, 16 de Septiembre de 2025

Hay que decirlo

Lo que se plantea como una dicotomía, es decir, como una división, es paradójicamente lo contrario, conforman dos realidades económicas entrelazadas en un sólo binomio estratégico, que propicia el desarrollo económico y social de cualquier territorio que tenga atractivos patrimoniales, culturales, etnográficos, cercanía al lugar de origen, climáticos, geográficos, incluyendo, imprescindiblemente, hospitalidad y belleza medioambiental.

 

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Nuestras Islas Canarias cumplen sobradamente con todas las variables mencionadas anteriormente, por lo que asegurar, con total certeza, que en nuestra tierra la fusión de la construcción y el turismo ha propiciado el mayor crecimiento económico y desarrollo social de toda su historia, es tan verídico que sólo puede refutarse desde opiniones ideologizadas, partidistas y posicionamientos fundamentalistas, basados en criterios exclusivistas, localistas, endogámicos. Hay personas que les escuece reconocer lo que a todas luces se ve en una realidad tangible, medible y verificable, con datos numéricos o estadísticos.   


Lo que funciona, no se cambia, se mejora. Aquí es donde hay que hacer hincapié cuando se habla o escribe, machaconamente, con el conocido latiguillo de que hay que modificar el modelo económico que tanto bien ha traído y significa actualmente para nuestro Archipiélago. Como todo lo que tiene una sucesión en el tiempo, el binomio construcción-turismo, siempre es renovable para evolucionar hacia delante, lo que significa hacerlo mejor, aprendiendo de errores cometidos, que es verdad que se han producido y modificar aquello que suponga cualquier tipo de perjuicio tanto personal, económico, como territorial. Se complementan retroalimentándose, generando mucho empleo, que se llama política social efectiva, acompañado de riqueza y cohesión social incuestionable. Las dos actividades, en su sinergia funcional son motores de transformación y bienestar colectivo.


La construcción hace posible contar con las infraestructuras básicas, públicas o privadas, que van desde las vertebradoras redes viarias, aeroportuarias, hidráulicas, hospedaje, de equipamiento comunitario, ocio o restauración, por mencionar sólo algunas, que permiten un desenvolvimiento normalizado de las variadas actividades o sectores económicos, propiciando la mejora de la calidad de vida de la zona turística. Facilitando además la reforma, rehabilitación, conservación y mantenimiento de cascos históricos, mejora y embellecimiento de los accesos a los distintos municipios o zonas comarcales, sin olvidarnos de las intervenciones en los ámbitos culturales y deportivos. 


El turismo dinamiza a la construcción haciéndola proveedora de sus necesidades. La demanda constante de plazas hoteleras, alojamientos turísticos, nuevas residencias, complejos vacacionales o infraestructuras recreativas impulsa el dinamismo del sector de la edificación. Todo lo cual es bueno, ejecutándolo racionalmente, con responsabilidad, para que sea posible un desarrollo sostenible, porque es obligatorio dejar a nuestros hijos y nietos unas islas donde se pueda vivir con el confort preciso, que garantice un futuro seguro que les permita subsistir en la tierra donde han nacido.


La competitividad del destino exige aumentar el valor de su oferta turística, que tiene que ser un objetivo estratégico, buscando incansablemente diferenciarse en un mercado cada vez más competitivo y globalizado. Los beneficios finales del tándem construcción-turismo tienen que ser tanto para los visitantes como para los vecinos o residentes locales, forzando a implementar políticas imaginativas, pero a la vez hacederas y de todo punto posibles, lo que conlleva un compromiso con la sostenibilidad, reduciendo el impacto ambiental y fomentando prácticas responsables. Estamos hablando del equilibrio preciso para evitar la degradación que puede suponer una actividad mal enfocada y que tiene todo para ganar en conjunto. 


Tenemos que asumir el compromiso de que las relaciones personales o económicas que se establecen a través de los desplazamientos turísticos tienen que estar basadas en el respeto a la idiosincrasia a donde se va, asumiendo que proteger lo autóctono significa asegurar el porvenir del destino.


Oscar Izquierdo 

 

 

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