Confirman penas de prisión para guardias civiles condenados por contrabando
El Tribunal Supremo (TS) ha confirmado las penas de cárcel y rebaja las multas a un grupo de guardias civiles, dos de ellos destacados en Tenerife, condenados por participar en una red dedicada al contrabando de tabaco que incautó 48 millones de cajetillas por valor de 6,2 millones de euros que en el mercado llegaría a 7,9.
En primera instancia la Audiencia Provincial de Barcelona impuso penas a seis encausados que oscilaron entre un máximo de 15 meses y un mínimo de un mes y medio de cárcel como autores de un delito continuado de contrabando en grado de tentativa y cohecho.
En aquel entonces también se obligó al pago de cantidades que oscilaban entre los 16 millones y un mínimo de 1,5 millones de multas.
Ahora en el Supremo se aceptan en parte los recursos de tres condenados, entre ellos un guardia civil de Puerto de La Cruz al que se le rebaja la multa de los iniciales 1,5 millones a 388.000 euros, y a otros dos de 3,1 millones a 776.000 euros cada uno.
En la reducción de estas condenas se tiene en cuenta la atenuante de dilaciones indebidas.
La sentencia recuerda que la trama salió a la luz a raíz de las investigaciones iniciadas en 2009 por las denuncias presentadas por dos guardias civiles quienes hablaban de intentos de soborno por parte de otro agente que estaba destinado en la localidad de Tacoronte en Tenerife, en situación de baja médica y principal encausado.
Este último en 2009 se puso en contacto con otro agente al que le proponía que, a cambio de 6.000 euros, le informara sobre operaciones de contrabando a los que la Guardia Civil hiciera un seguimiento.
La proposición no sólo no fue aceptada sino que este agente presentó una denuncia ante sus superiores.
El mismo acusado se puso en contacto con un colaborador que regentaba un club de alterne en Barcelona por mediación de un cabo primero destinado en Puerto de La Cruz con el fin conseguir información sobre naves en las que esconder el tabaco de contrabando.
A cambio de 6.000 euros también quería que le pusiera en contacto con agentes de Barcelona que le informaran de las mencionadas operaciones, pero también fue puesta en conocimiento por parte de alguno de los contactados a sus superiores, a los que también se informó de la participación de los dos condenados destinados en Tenerife.
A partir de aquí se constató que en esta trama estaban involucrados otros tres acusados más y una mujer y se comprobó que entre junio y octubre de 2009 se llevaron a cabo operaciones para introducir en España tabaco procedente de China sin cumplir con los trámites estipulados.
Las operaciones consistían en importar la mercancía que llegaba a Barcelona, partía a Bilbao y luego a Irlanda, sin pagar aduana, simulando que se trataba de un negocio lícito.
El Supremo da por probado que fue fundamental la participación del primer encausado destinado en Tacoronte, quien por medio del destacado en Puerto de la Cruz, consiguió la información necesaria y contó con la colaboración de su cuñada que gestionó los trámites de los contenedores.
El agente del Puerto de La Cruz también sirvió para contactar con el dueño del club de alterne quien le informó de naves para esconder la mercancía y lo puso en contacto con un topo en el cuerpo que les dio cuenta sobre diversas aprehensiones.
En primera instancia la Audiencia Provincial de Barcelona impuso penas a seis encausados que oscilaron entre un máximo de 15 meses y un mínimo de un mes y medio de cárcel como autores de un delito continuado de contrabando en grado de tentativa y cohecho.
En aquel entonces también se obligó al pago de cantidades que oscilaban entre los 16 millones y un mínimo de 1,5 millones de multas.
Ahora en el Supremo se aceptan en parte los recursos de tres condenados, entre ellos un guardia civil de Puerto de La Cruz al que se le rebaja la multa de los iniciales 1,5 millones a 388.000 euros, y a otros dos de 3,1 millones a 776.000 euros cada uno.
En la reducción de estas condenas se tiene en cuenta la atenuante de dilaciones indebidas.
La sentencia recuerda que la trama salió a la luz a raíz de las investigaciones iniciadas en 2009 por las denuncias presentadas por dos guardias civiles quienes hablaban de intentos de soborno por parte de otro agente que estaba destinado en la localidad de Tacoronte en Tenerife, en situación de baja médica y principal encausado.
Este último en 2009 se puso en contacto con otro agente al que le proponía que, a cambio de 6.000 euros, le informara sobre operaciones de contrabando a los que la Guardia Civil hiciera un seguimiento.
La proposición no sólo no fue aceptada sino que este agente presentó una denuncia ante sus superiores.
El mismo acusado se puso en contacto con un colaborador que regentaba un club de alterne en Barcelona por mediación de un cabo primero destinado en Puerto de La Cruz con el fin conseguir información sobre naves en las que esconder el tabaco de contrabando.
A cambio de 6.000 euros también quería que le pusiera en contacto con agentes de Barcelona que le informaran de las mencionadas operaciones, pero también fue puesta en conocimiento por parte de alguno de los contactados a sus superiores, a los que también se informó de la participación de los dos condenados destinados en Tenerife.
A partir de aquí se constató que en esta trama estaban involucrados otros tres acusados más y una mujer y se comprobó que entre junio y octubre de 2009 se llevaron a cabo operaciones para introducir en España tabaco procedente de China sin cumplir con los trámites estipulados.
Las operaciones consistían en importar la mercancía que llegaba a Barcelona, partía a Bilbao y luego a Irlanda, sin pagar aduana, simulando que se trataba de un negocio lícito.
El Supremo da por probado que fue fundamental la participación del primer encausado destinado en Tacoronte, quien por medio del destacado en Puerto de la Cruz, consiguió la información necesaria y contó con la colaboración de su cuñada que gestionó los trámites de los contenedores.
El agente del Puerto de La Cruz también sirvió para contactar con el dueño del club de alterne quien le informó de naves para esconder la mercancía y lo puso en contacto con un topo en el cuerpo que les dio cuenta sobre diversas aprehensiones.
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