A juicio acusado de dilapidar 250.000€ del hombre que le confió el cuidado de su casa
Un hombre acusado de vaciar una cuenta con 250.000 euros cuyo titular era una persona de su confianza que le dejó a cargo el cuidado de su vivienda en San Miguel de Abona, y que posteriormente falleció en Austria, ha sido juzgado este lunes en la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife.
El difunto le habría dejado al acusado una tarjeta de crédito con los fondos reclamados por la heredera, la llave de una caja fuerte, el cuidado de su casa en Las Chafiras y un vehículo de su propiedad cuando se marchó a Viena a finales de 2017 por motivos de salud.
La acusación particular pide 10 años de cárcel y la devolución del dinero al considerar probado que el acusado sacaba diariamente de la tarjeta el límite de 600 euros, pagó tratamientos dentales y múltiples viajes para él y sus familiares.
Como prueba apuntó que a lo largo del tiempo en el que habría hecho uso de estos fondos no contó con ningún otro tipo de ingresos.
En cambio, la Fiscalía y la defensa piden la absolución al considerar que no ha quedado probado el delito de estafa ni la comisión de un posible engaño o de suplantación de identidad.
Sostienen que el hombre se limitó a cumplir con lo que le mandó el padre de la denunciante y actuar dentro de la confianza que éste depositó en él.
La madre y exesposa calificó al fallecido como alguien “absoluta e incomprensiblemente tacaño”, que padecía alcoholismo, no se fiaba de nadie, no tenía amigos y relató que la hija no pudo tener contacto con él ni siquiera por teléfono porque cuando vivieron juntos le hizo la vida imposible.
Dijo que a causa de querer ayudarlo durante su enfermedad, la denunciante perdió un trabajo en un prestigioso comercio de Inglaterra donde también tenía en aquel entonces la posibilidad de ascender.
A partir de aquí la joven cayó en una depresión y estuvo desempleada, a lo que se ha sumado la sensación de que nunca fue querida por su padre, quien siempre la trató con insultos y desprecio porque, según dijo, era un hombre “muy violento”.
Jamás le pagó la pensión de manutención cuando era menor ni tuvo interés en verla desde que el matrimonio se separó en 1988, y de todos sus bienes, que eran muy amplios, sólo ha podido quedarse con parte de la casa de Las Chafiras y el resto tuvo que comprarlo.
Después de que el padre se marchó a Austria intentaron localizarlo a través de la Embajada de España pero fue imposible, y cuando quisieron acceder a sus propiedades y cuentas tampoco pudieron tanto por los problemas surgidos en Tenerife con el acusado como otros similares en Austria con un abogado.
El procesado declaró que era el encargado del mantenimiento de su vivienda y que ambos eran amigos desde hacía dos décadas, confiaba plenamente en él y que cuando se marchó a Austria le dejó a cargo de la casa, coche, caja fuerte y tarjeta.
En 2016 sufrió un ictus, por lo que decidieron enviarlo a Viena porque el Servicio Canario de Salud (SCS) no quería hacerse cargo de él al ser extranjero.
Nunca conoció a la hija, hoy denunciante, de quien sólo sabía que su padre llevaba 30 años sin tener contacto con ella.
Sobre el estado mental del hombre en sus últimos años hubo varias opiniones en el juicio.
Una vecina que fue enfermera y que se encargó de los trámites para la repatriación dice que era muy inestable, escandaloso, tenía comportamientos antisociales y padecía alcoholismo.
Pero la dueña de un bar al que solía acudir aseguró que no bebía tanto y que su estado mental no le llamó especialmente la atención.
El difunto le habría dejado al acusado una tarjeta de crédito con los fondos reclamados por la heredera, la llave de una caja fuerte, el cuidado de su casa en Las Chafiras y un vehículo de su propiedad cuando se marchó a Viena a finales de 2017 por motivos de salud.
La acusación particular pide 10 años de cárcel y la devolución del dinero al considerar probado que el acusado sacaba diariamente de la tarjeta el límite de 600 euros, pagó tratamientos dentales y múltiples viajes para él y sus familiares.
Como prueba apuntó que a lo largo del tiempo en el que habría hecho uso de estos fondos no contó con ningún otro tipo de ingresos.
En cambio, la Fiscalía y la defensa piden la absolución al considerar que no ha quedado probado el delito de estafa ni la comisión de un posible engaño o de suplantación de identidad.
Sostienen que el hombre se limitó a cumplir con lo que le mandó el padre de la denunciante y actuar dentro de la confianza que éste depositó en él.
La madre y exesposa calificó al fallecido como alguien “absoluta e incomprensiblemente tacaño”, que padecía alcoholismo, no se fiaba de nadie, no tenía amigos y relató que la hija no pudo tener contacto con él ni siquiera por teléfono porque cuando vivieron juntos le hizo la vida imposible.
Dijo que a causa de querer ayudarlo durante su enfermedad, la denunciante perdió un trabajo en un prestigioso comercio de Inglaterra donde también tenía en aquel entonces la posibilidad de ascender.
A partir de aquí la joven cayó en una depresión y estuvo desempleada, a lo que se ha sumado la sensación de que nunca fue querida por su padre, quien siempre la trató con insultos y desprecio porque, según dijo, era un hombre “muy violento”.
Jamás le pagó la pensión de manutención cuando era menor ni tuvo interés en verla desde que el matrimonio se separó en 1988, y de todos sus bienes, que eran muy amplios, sólo ha podido quedarse con parte de la casa de Las Chafiras y el resto tuvo que comprarlo.
Después de que el padre se marchó a Austria intentaron localizarlo a través de la Embajada de España pero fue imposible, y cuando quisieron acceder a sus propiedades y cuentas tampoco pudieron tanto por los problemas surgidos en Tenerife con el acusado como otros similares en Austria con un abogado.
El procesado declaró que era el encargado del mantenimiento de su vivienda y que ambos eran amigos desde hacía dos décadas, confiaba plenamente en él y que cuando se marchó a Austria le dejó a cargo de la casa, coche, caja fuerte y tarjeta.
En 2016 sufrió un ictus, por lo que decidieron enviarlo a Viena porque el Servicio Canario de Salud (SCS) no quería hacerse cargo de él al ser extranjero.
Nunca conoció a la hija, hoy denunciante, de quien sólo sabía que su padre llevaba 30 años sin tener contacto con ella.
Sobre el estado mental del hombre en sus últimos años hubo varias opiniones en el juicio.
Una vecina que fue enfermera y que se encargó de los trámites para la repatriación dice que era muy inestable, escandaloso, tenía comportamientos antisociales y padecía alcoholismo.
Pero la dueña de un bar al que solía acudir aseguró que no bebía tanto y que su estado mental no le llamó especialmente la atención.
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