Sábado, 04 de Octubre de 2025

Pedro de Agulo
Viernes, 03 de Octubre de 2025

El viajero y el desayuno de Agulo (Cap-2)

El viajero, deseoso de poder ver días más tarde otro amanecer en Agulo, decidió caminar temprano hasta EL MANTILLO, en la entrada del pueblo.

Allí encontró un pequeño bar, sencillo y lleno de vida, donde los jóvenes obreros se detenían un instante antes de retomar sus labores.

 

[Img #100898]

Pedro de Agulo

 

Observó cómo pedían bocadillos, cafés y jugos con la prisa de quienes tienen el día por delante. Intrigado, levantó la voz y preguntó a la camarera:


—Señorita, ¿qué desayunan habitualmente los habitantes del pueblo?
La muchacha, con sonrisa clara como la mañana, respondió:


—Hoy la mayoría piden bocadillos, café o jugos
pero aún queda quien guarda la tradición y desayuna gofio con leche.


El viajero, queriendo probar la esencia de la isla, pidió emocionado:

—¡Póngame SOFIO y leche!

La camarera rió suavemente y lo corrigió con paciencia:
—No, señor, no se dice ¡SOFIO!, se dice GOFIO


, G-O-F-I-O.
Él asintió con humildad y replicó:


—Pues eso, póngame eso.
La joven negó con ternura:


—Aquí no lo servimos
 pero si lo desea tanto, bajaré gofio de mi casa y se lo preparo.

 

Y así, con la generosidad de quien comparte lo propio, le sirvió al viajero su primer tazón de gofio con leche. 


Él lo probó con curiosidad, y aunque el sabor le resultó extraño, una fuerza cálida comenzó a recorrerle el cuerpo.


—Gracias, señorita —dijo—. Me supo raro, pero siento que me da fuerza para continuar mi camino.


Ella le sonrió y le respondió:


—Eso es el GOFIO: energía para todo el día.

 

Con la mochila ligera en la espalda y el corazón lleno, el viajero retomó la ruta. Desde El Piquito de Agulo miró el paisaje con gratitud, sintiendo un lazo invisible que lo invitaba a regresar. Al llegar a La Yesca, aún municipio de Agulo se lo pensaba, alzó la vista y descubrió un lienzo azul donde las nubes danzaban como si fueran pinceladas movidas al ritmo de las olas del Atlántico.

 

El Teide, majestuoso, custodiaba aquel cuadro, y en el alma del viajero resonaba la certeza de que la naturaleza era un espejo de su propio sentir. El pescante de Hermigua se unía a la escena, como marco de un cuadro eterno que solo la mirada limpia podía comprender.

 

Moraleja:
La belleza de un lugar no está solo en lo que ves, sino en lo que compartes con su gente y en lo que tu alma aprende a guardar.

 

 

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[Img #100900]

 

Pedro Manuel Cruz Vera
PedrodeAgulo
Agulo Cuna de

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