Don Manuel Rodríguez Casanova, "el clérigo cautivo". Primer párroco de Agulo
Una de las historias más hermosas del libro La Merced en las Islas Canarias que acabo de publicar, es, sin duda, la del clérigo don Manuel Rodríguez Casanova. Confieso que me fascinó su vida y me propuse conocerla a fondo, recogiendo todos los datos posibles en los Archivos.
Su biografía ocupa gran parte del capítulo dedicado a la villa de Agulo en La Gomera.
Una villa Mercedaria
La devoción a Nuestra Señora de las Mercedes arraigó en Agulo en el siglo XVII, de tal modo que "desplazó" a un segundo lugar al titular de la iglesia y la parroquia, San Marcos. La imagen de la Virgen ya estaba en la ermita en 1680, como demuestro en el citado libro. En aquel año se fundó una Junta de vecinos para que la piedad a la Señora "baia a más y no a menos".
Posiblemente esta advocación mariana fue llevada allí por los habitantes del Norte de Tenerife que colonizaron la zona en la primera mitad del XVII. Entre los miembros de la Confraternidad estaba don Luis Rodríguez Casanova, hombre piadoso, que fue el segundo Mayordomo de la ermita. Su hijo Manuel, nacido en 1709, desde niño recibió de su padre el amor filial a Nuestra Señora de las Mercedes, Redentora de cautivos. Siendo joven decidió abrazar la vida sacerdotal y se preparó para las Órdenes. En 1730, antes de ser ordenado de Mayores, fue designado Capellán de la fundación de Misas de doña Ángela de Vera, viuda de Matías de Arzola. En 1733, cuando el clérigo don Manuel tenía 24 años, fue aprobado por el Obispo Don Pedro Manuel Dávila para la recepción del Diaconado y Presbiterado y con este fin se trasladó a la sede episcopal en Las Palmas de Gran Canaria, pero...
El viaje que le llevó al cautiverio
No llegó la nave a su destino, sino que "lo borrascoso del mar y el temporal lo echó (a don Manuel) con la gente del barco a tierra de infieles...", según cuenta la Crónica del fraile mercedario fray Juan de Medinilla. En la costa africana fueron cautivados y vendidos como esclavos. El joven clérigo fue llevado a la esplendorosa ciudad de Mequínez, donde reinaba Mulay Abd Allah, sucesor de Mulay Ismail. Ambos habían engrandecido la ciudad con la edificación de palacios, murallas, mezquitas y enormes graneros, todas gracias a los esclavos. En aquellas circunstancias era casi imposible conseguir la liberación de un cautivo, ya que se necesitaba mano de obra esclava, sobre todo de gente joven. Don Manuel, que desde niño había rezado muchas veces a la Virgen de las Mercedes por la liberación de los cautivos, estaba experimentando en sus propias carnes lo que era el cautiverio y la necesidad de acudir a Ella como su única esperanza.
Don Manuel Rodríguez Casanova, el Clérigo cautivo (II) (nº 144)
La crónica del fraile mercedario Juan de Medinilla nos habla de su liberación con estas escuetas palabras: "...y a los cuatro años de cautiverio logró feliz redención". En su Testamento el propio clérigo recordará su cautiverio con esta cláusula: "Item declaro que traje de España cuando salí de Mequínez con limosnas que me dieron entre los Breviarios y el Missal 80 pocos de libros..." También dejó escrito que su liberación se debió a la intercesión de "mi Madre y Señora de las Mercedes mi Redentora pues por su intercesión conseguí rescate donde nunca lo avía ávido".
Al poco tiempo de su regreso a las Islas, el Obispo don Pedro Manuel Dávila le ordenó de Diácono y de Presbítero, "extra tempora". El Prelado, al conceder esta dispensa, quiso gratificar con la Gracia del Sacramento del Orden al sufrido y antiguo candidato. De Evangelio fue Ordenado el 18 de Agosto de 1737 y de Presbítero seis días más tarde.
Primer Párroco de Agulo
La Ayuda de Parroquia de San Marcos fue creada el 5 de Abril de 1739, desmembrándose de la de Hermigua. El Obispo Dávila no dudó en nombrar como primer Párroco a Rodríguez Casanova. Desde el primer momento se entregó en cuerpo y alma a servir a sus paisanos y hermanos en la fe. Entre éstos estaba su piadoso padre que seguía colaborando intensamente con la Iglesia. Don Luis fundó la fiesta de San Juan Bautista y probablemente donó la imagen. Falleció en 1750 y su hijo sacerdote celebró su entierro, siendo sepultado con el hábito de Santo Domingo y acompañado de los frailes dominicos del convento de Hermigua. En 1758 los padres mercedarios Medinilla y Villoslada misionaron en Agulo, lo que llenó de consuelo a don Manuel, redimido del cautiverio por la Orden de la Merced. En 1762 cumplió su mayor deseo y vieja promesa: construyó en la iglesia una nueva capilla para Nuestra Señora de las Mercedes. En su retablo, colocó al lado de la imagen de la Virgen, la del Patrono San Marcos y la de San Juan Bautista, devoción de su padre.
Testamento y muerte
En 1785 entró el cólera en La Gomera y don Manuel ante el peligro escribió su testamento. Este documento póstumo es un hermoso testimonio de fe, de humildad y de amor filial a María. Comienza invocando "a mi amantísima Madre y Señora de las Mercedes, mi Devota y Abogada..." y pide ser sepultado en su Capilla, "con un hábito de mi Seráfico Padre y Patriarca San Francisco de Asís, con los pies descalzos sin ornamentos ni aparatos de cajón..." Sus bienes los legó al Curato para que "los vecinos no pierdan de tener un Cura". Esta fue su profunda preocupación. Que su pueblo no quedase huérfano de Pastor al desaparecer él.
Don Manuel no falleció del cólera, sino de una trágica caída por un risco de Agulo, el 21 de Enero de 1787, a los 78 años de edad, después de recibir la Absolución y la Unción. Y como el mejor legado para los sacerdotes dejó escrito en su testamento esta ejemplar y estremecedora recomendación: Ruego al Cura que entrare y a los que fueren sucediendo, encarecidamente y por las entrañas de Jesucristo, miren con caridad a sus amados vecinos como yo lo he hecho.
Su biografía ocupa gran parte del capítulo dedicado a la villa de Agulo en La Gomera.
Una villa Mercedaria
La devoción a Nuestra Señora de las Mercedes arraigó en Agulo en el siglo XVII, de tal modo que "desplazó" a un segundo lugar al titular de la iglesia y la parroquia, San Marcos. La imagen de la Virgen ya estaba en la ermita en 1680, como demuestro en el citado libro. En aquel año se fundó una Junta de vecinos para que la piedad a la Señora "baia a más y no a menos".
Posiblemente esta advocación mariana fue llevada allí por los habitantes del Norte de Tenerife que colonizaron la zona en la primera mitad del XVII. Entre los miembros de la Confraternidad estaba don Luis Rodríguez Casanova, hombre piadoso, que fue el segundo Mayordomo de la ermita. Su hijo Manuel, nacido en 1709, desde niño recibió de su padre el amor filial a Nuestra Señora de las Mercedes, Redentora de cautivos. Siendo joven decidió abrazar la vida sacerdotal y se preparó para las Órdenes. En 1730, antes de ser ordenado de Mayores, fue designado Capellán de la fundación de Misas de doña Ángela de Vera, viuda de Matías de Arzola. En 1733, cuando el clérigo don Manuel tenía 24 años, fue aprobado por el Obispo Don Pedro Manuel Dávila para la recepción del Diaconado y Presbiterado y con este fin se trasladó a la sede episcopal en Las Palmas de Gran Canaria, pero...
El viaje que le llevó al cautiverio
No llegó la nave a su destino, sino que "lo borrascoso del mar y el temporal lo echó (a don Manuel) con la gente del barco a tierra de infieles...", según cuenta la Crónica del fraile mercedario fray Juan de Medinilla. En la costa africana fueron cautivados y vendidos como esclavos. El joven clérigo fue llevado a la esplendorosa ciudad de Mequínez, donde reinaba Mulay Abd Allah, sucesor de Mulay Ismail. Ambos habían engrandecido la ciudad con la edificación de palacios, murallas, mezquitas y enormes graneros, todas gracias a los esclavos. En aquellas circunstancias era casi imposible conseguir la liberación de un cautivo, ya que se necesitaba mano de obra esclava, sobre todo de gente joven. Don Manuel, que desde niño había rezado muchas veces a la Virgen de las Mercedes por la liberación de los cautivos, estaba experimentando en sus propias carnes lo que era el cautiverio y la necesidad de acudir a Ella como su única esperanza.
Don Manuel Rodríguez Casanova, el Clérigo cautivo (II) (nº 144)
La crónica del fraile mercedario Juan de Medinilla nos habla de su liberación con estas escuetas palabras: "...y a los cuatro años de cautiverio logró feliz redención". En su Testamento el propio clérigo recordará su cautiverio con esta cláusula: "Item declaro que traje de España cuando salí de Mequínez con limosnas que me dieron entre los Breviarios y el Missal 80 pocos de libros..." También dejó escrito que su liberación se debió a la intercesión de "mi Madre y Señora de las Mercedes mi Redentora pues por su intercesión conseguí rescate donde nunca lo avía ávido".
Al poco tiempo de su regreso a las Islas, el Obispo don Pedro Manuel Dávila le ordenó de Diácono y de Presbítero, "extra tempora". El Prelado, al conceder esta dispensa, quiso gratificar con la Gracia del Sacramento del Orden al sufrido y antiguo candidato. De Evangelio fue Ordenado el 18 de Agosto de 1737 y de Presbítero seis días más tarde.
Primer Párroco de Agulo
La Ayuda de Parroquia de San Marcos fue creada el 5 de Abril de 1739, desmembrándose de la de Hermigua. El Obispo Dávila no dudó en nombrar como primer Párroco a Rodríguez Casanova. Desde el primer momento se entregó en cuerpo y alma a servir a sus paisanos y hermanos en la fe. Entre éstos estaba su piadoso padre que seguía colaborando intensamente con la Iglesia. Don Luis fundó la fiesta de San Juan Bautista y probablemente donó la imagen. Falleció en 1750 y su hijo sacerdote celebró su entierro, siendo sepultado con el hábito de Santo Domingo y acompañado de los frailes dominicos del convento de Hermigua. En 1758 los padres mercedarios Medinilla y Villoslada misionaron en Agulo, lo que llenó de consuelo a don Manuel, redimido del cautiverio por la Orden de la Merced. En 1762 cumplió su mayor deseo y vieja promesa: construyó en la iglesia una nueva capilla para Nuestra Señora de las Mercedes. En su retablo, colocó al lado de la imagen de la Virgen, la del Patrono San Marcos y la de San Juan Bautista, devoción de su padre.
Testamento y muerte
En 1785 entró el cólera en La Gomera y don Manuel ante el peligro escribió su testamento. Este documento póstumo es un hermoso testimonio de fe, de humildad y de amor filial a María. Comienza invocando "a mi amantísima Madre y Señora de las Mercedes, mi Devota y Abogada..." y pide ser sepultado en su Capilla, "con un hábito de mi Seráfico Padre y Patriarca San Francisco de Asís, con los pies descalzos sin ornamentos ni aparatos de cajón..." Sus bienes los legó al Curato para que "los vecinos no pierdan de tener un Cura". Esta fue su profunda preocupación. Que su pueblo no quedase huérfano de Pastor al desaparecer él.
Don Manuel no falleció del cólera, sino de una trágica caída por un risco de Agulo, el 21 de Enero de 1787, a los 78 años de edad, después de recibir la Absolución y la Unción. Y como el mejor legado para los sacerdotes dejó escrito en su testamento esta ejemplar y estremecedora recomendación: Ruego al Cura que entrare y a los que fueren sucediendo, encarecidamente y por las entrañas de Jesucristo, miren con caridad a sus amados vecinos como yo lo he hecho.
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