Acusación y defensa desconocen el móvil del asesinato del taxista
La acusación y la defensa del acusado por el asesinato de un taxista en Granadilla de Abona (Tenerife) en julio de 2009 han coincidido este jueves en que se desconoce el móvil de la agresión mortal por parte del autor de los hechos, que se ha reconocido culpable y ha dicho que está arrepentido.
A la espera del dictamen del jurado popular que probablemente se dé a conocer mañana viernes, durante el juicio del taxista asesinado en la localidad de San Isidro ha quedado sin aclarar porqué el acusado actuó como lo hizo de una forma tan brutal e inexplicable.
El robo se descarta en cuanto el taxista guardaba más de 2.000 euros en el vehículo que no fueron sustraídos.
El acusado utilizó la oportunidad de intervenir al final de la sesión y lo hizo para asumir la autoría de los hechos y por lo tanto reconocer su culpabilidad, pedir perdón a la familia e incluso al jurado.
“Lo siento, soy consciente del mal que he causado”, dijo.
El día de los hechos el joven entró en el garaje segundos después de que lo hiciera el taxista y una vez dentro en apenas media hora se desencadenaron los acontecimientos.
Arremetió de forma brutal e inexplicable contra la víctima, según la Fiscalía, o porque confundió al taxista con un cliente al que iba a vender droga, según la defensa.
Fiscalía y acusación particular coinciden en que el joven cometió el crimen a traición y con especial crueldad.
El taxista era un hombre honrado que no bebía ni consumía sustancias estupefacientes y sobre el que no recaía sospecha alguna. Por ello, probablemente se sorprendería cuando el joven le ofreció venderle droga, al confundirlo, según la defensa, con otra persona que permaneció unos minutos en la puerta del garaje.
De este cruce de palabras, supuestamente, surgió el ataque en el que la víctima apenas pudo al principio poner las manos para defenderse y poco más, porque acto seguido cayó al suelo y recibió un número incontables de patadas que causaron su muerte por “aplastamiento” en un momento indeterminado.
Para la defensa la muerte fue inmediata, pero para las acusaciones el hombre pudo haber estado sufriendo hasta media hora.
Tras el fallecimiento, el acusado cogió el ascensor, llegó al último piso, vio que la puerta estaba cerrada y por ello tuvo que bajar por las escaleras dejando un reguero de sangre.
La fiscal dijo que no tenía relevancia si contaba o no con un plan de huida.
Los hechos ocurrieron en la madrugada del 3 de julio de 2019 y el joven fue detenido cinco días después tras analizar sus huellas.
La alevosía o incapacidad de la víctima para defenderse se demostraría, según las acusaciones, en que el ataque fue inesperado y el taxista estaba cansado.
El joven, consumidor de cocaína y que ha estado involucrado en alguna pelea, a continuación recorrió 20 kilómetros en bicicleta hasta la casa de un amigo, quien vio que tenía sangre y olía a alcohol.
Al día siguiente fue al ambulatorio a causa de un dolor en la mano. “Sabía lo que hacía cuando inició esta agresión con tanta rabia”, señaló la fiscal.
Descarta también el atenuante de que estaba borracho y como prueba puso que en las cámaras de la calle se le ve caminar con normalidad.
La defensa fue en sentido contrario y dijo que no había existido ni un ataque sorpresivo ni ensañamiento porque en un periodo muy corto de tiempo se produjo la muerte, lo que evitó una larga agonía.
En su opinión, el ataque se debió a la confusión de la persona a la que el acusado iba a vender la droga, si bien alegó que si no hay móvil, debe tenerse en cuenta que a veces los sucesos se producen por simple casualidad.
El abogado fue llamado al orden cuando acusó a la fiscal de incumplir su promesa de que si encontraba algo a favor de su cliente lo reconocería.
No hubo alevosía porque existió un intercambio previo de palabras y el acusado tenía sangre en la nariz, añadió la defensa, que también cree que el fallecido pudo usar una lima que apareció clavada en la matrícula de un coche.
Descartó el ensañamiento en cuanto que cree que la víctima entró en coma desde los primeros golpes y por lo tanto ya no podía sufrir.
Por contra, la Fiscalía pide que se considere lo ocurrido como un asesinato, solicita 25 años de cárcel y el pago de 100.000 euros a la pareja sentimental y otro tanto a la hija de la víctima, y la defensa dice que se está ante un homicidio. La diferencia radica en que este último delito está penado con entre 12 a 20 años.
A la espera del dictamen del jurado popular que probablemente se dé a conocer mañana viernes, durante el juicio del taxista asesinado en la localidad de San Isidro ha quedado sin aclarar porqué el acusado actuó como lo hizo de una forma tan brutal e inexplicable.
El robo se descarta en cuanto el taxista guardaba más de 2.000 euros en el vehículo que no fueron sustraídos.
El acusado utilizó la oportunidad de intervenir al final de la sesión y lo hizo para asumir la autoría de los hechos y por lo tanto reconocer su culpabilidad, pedir perdón a la familia e incluso al jurado.
“Lo siento, soy consciente del mal que he causado”, dijo.
El día de los hechos el joven entró en el garaje segundos después de que lo hiciera el taxista y una vez dentro en apenas media hora se desencadenaron los acontecimientos.
Arremetió de forma brutal e inexplicable contra la víctima, según la Fiscalía, o porque confundió al taxista con un cliente al que iba a vender droga, según la defensa.
Fiscalía y acusación particular coinciden en que el joven cometió el crimen a traición y con especial crueldad.
El taxista era un hombre honrado que no bebía ni consumía sustancias estupefacientes y sobre el que no recaía sospecha alguna. Por ello, probablemente se sorprendería cuando el joven le ofreció venderle droga, al confundirlo, según la defensa, con otra persona que permaneció unos minutos en la puerta del garaje.
De este cruce de palabras, supuestamente, surgió el ataque en el que la víctima apenas pudo al principio poner las manos para defenderse y poco más, porque acto seguido cayó al suelo y recibió un número incontables de patadas que causaron su muerte por “aplastamiento” en un momento indeterminado.
Para la defensa la muerte fue inmediata, pero para las acusaciones el hombre pudo haber estado sufriendo hasta media hora.
Tras el fallecimiento, el acusado cogió el ascensor, llegó al último piso, vio que la puerta estaba cerrada y por ello tuvo que bajar por las escaleras dejando un reguero de sangre.
La fiscal dijo que no tenía relevancia si contaba o no con un plan de huida.
Los hechos ocurrieron en la madrugada del 3 de julio de 2019 y el joven fue detenido cinco días después tras analizar sus huellas.
La alevosía o incapacidad de la víctima para defenderse se demostraría, según las acusaciones, en que el ataque fue inesperado y el taxista estaba cansado.
El joven, consumidor de cocaína y que ha estado involucrado en alguna pelea, a continuación recorrió 20 kilómetros en bicicleta hasta la casa de un amigo, quien vio que tenía sangre y olía a alcohol.
Al día siguiente fue al ambulatorio a causa de un dolor en la mano. “Sabía lo que hacía cuando inició esta agresión con tanta rabia”, señaló la fiscal.
Descarta también el atenuante de que estaba borracho y como prueba puso que en las cámaras de la calle se le ve caminar con normalidad.
La defensa fue en sentido contrario y dijo que no había existido ni un ataque sorpresivo ni ensañamiento porque en un periodo muy corto de tiempo se produjo la muerte, lo que evitó una larga agonía.
En su opinión, el ataque se debió a la confusión de la persona a la que el acusado iba a vender la droga, si bien alegó que si no hay móvil, debe tenerse en cuenta que a veces los sucesos se producen por simple casualidad.
El abogado fue llamado al orden cuando acusó a la fiscal de incumplir su promesa de que si encontraba algo a favor de su cliente lo reconocería.
No hubo alevosía porque existió un intercambio previo de palabras y el acusado tenía sangre en la nariz, añadió la defensa, que también cree que el fallecido pudo usar una lima que apareció clavada en la matrícula de un coche.
Descartó el ensañamiento en cuanto que cree que la víctima entró en coma desde los primeros golpes y por lo tanto ya no podía sufrir.
Por contra, la Fiscalía pide que se considere lo ocurrido como un asesinato, solicita 25 años de cárcel y el pago de 100.000 euros a la pareja sentimental y otro tanto a la hija de la víctima, y la defensa dice que se está ante un homicidio. La diferencia radica en que este último delito está penado con entre 12 a 20 años.
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