El campo de Canarias agoniza
Cerramos un año en el que los problemas del campo de Canarias, lejos de resolverse, se acentúan y cronifican.
La superficie cultivada en Canarias se va reduciendo año tras año y por tanto las personas empleadas en el sector.
![[Img #88583]](https://gomeraverde.es/upload/images/12_2022/4542_00.jpg)
Bien es sabido que los productos agrarios estrella son los de exportación, plátano
y tomate principalmente y pepino y papaya, junto con otras frutas, en menor
medida. El tomate de exportación, a pesar de su innegable calidad, debido a las
bondades del clima y condiciones de las islas, ha sufrido un importante descenso
de producción, debido a que debe competir, con desiguales reglas, con el tomate
marroquí y, por otra parte, algunos países europeos que suponían parte del
mercado del tomate de exportación canario, ya cultivan sus propios frutos
mediante técnicas modernas, con las que consiguen una mayor producción por
hectárea, con menor gasto energético y de agua.
La cultura de las subvenciones, de la que tanto presumen algunos responsables
políticos del archipiélago, unido al poco interés por la modernización de la
mayoría de los empresarios del sector, unido a la desidia patronal por actualizar el
marco legal y los convenios colectivos del campo están convirtiendo la agricultura
de Canarias en una parcela residual, dependiente de las ayudas públicas y con
mano de obra precarizada, lo que hace poco atractiva para los jóvenes formarse y
dedicarse a la producción agrícola.
En este escenario, se hace más necesario que nunca, si no queremos ver como
la agricultura canaria agoniza lentamente, que los poderes públicos se impliquen,
no sólo en repartir ayudas, sino en mantener el empleo en el campo, con
condiciones laborales actualizadas a la normativa legal y salarios suficientes para
que la actividad sea atractiva para las nuevas generaciones.
Sabemos que las soluciones a este gran problema deben proceder de los
distintos actores implicados, entre los que nos encontramos los sindicatos, que
estamos dispuestos en acordar cuantas medidas sean necesarias en beneficio del
sector, pero también deben poner su parte los empresarios y responsables
políticos de las islas, porque de lo contrario, Canarias sería más dependiente del
exterior de lo que es ahora, al albur de otros mercados que sí han sabido
evolucionar.
La superficie cultivada en Canarias se va reduciendo año tras año y por tanto las personas empleadas en el sector.
Bien es sabido que los productos agrarios estrella son los de exportación, plátano
y tomate principalmente y pepino y papaya, junto con otras frutas, en menor
medida. El tomate de exportación, a pesar de su innegable calidad, debido a las
bondades del clima y condiciones de las islas, ha sufrido un importante descenso
de producción, debido a que debe competir, con desiguales reglas, con el tomate
marroquí y, por otra parte, algunos países europeos que suponían parte del
mercado del tomate de exportación canario, ya cultivan sus propios frutos
mediante técnicas modernas, con las que consiguen una mayor producción por
hectárea, con menor gasto energético y de agua.
La cultura de las subvenciones, de la que tanto presumen algunos responsables
políticos del archipiélago, unido al poco interés por la modernización de la
mayoría de los empresarios del sector, unido a la desidia patronal por actualizar el
marco legal y los convenios colectivos del campo están convirtiendo la agricultura
de Canarias en una parcela residual, dependiente de las ayudas públicas y con
mano de obra precarizada, lo que hace poco atractiva para los jóvenes formarse y
dedicarse a la producción agrícola.
En este escenario, se hace más necesario que nunca, si no queremos ver como
la agricultura canaria agoniza lentamente, que los poderes públicos se impliquen,
no sólo en repartir ayudas, sino en mantener el empleo en el campo, con
condiciones laborales actualizadas a la normativa legal y salarios suficientes para
que la actividad sea atractiva para las nuevas generaciones.
Sabemos que las soluciones a este gran problema deben proceder de los
distintos actores implicados, entre los que nos encontramos los sindicatos, que
estamos dispuestos en acordar cuantas medidas sean necesarias en beneficio del
sector, pero también deben poner su parte los empresarios y responsables
políticos de las islas, porque de lo contrario, Canarias sería más dependiente del
exterior de lo que es ahora, al albur de otros mercados que sí han sabido
evolucionar.
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