Fiscalía reclama a presunto estafador que pague 206.500 euros a sus víctimas
La fiscalía ha solicitado tres años y ocho meses de prisión a un presunto estafador en un juicio iniciado este lunes en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, así como el pago global de 206.500 euros a siete personas que se consideran víctimas.
Según la acusación, el procesado lograba que varias personas, especialmente italianos, confiaran en él para entregarle elevadas cantidades de dinero y a cambio les prometía una rentabilidad del 76% en pagos mensuales y que al final devolvería la totalidad de lo ingresado.
El procesado decía que estas ganancias las obtendrían de la explotación de varias viviendas vacacionales que supuestamente tenía en el sur de Tenerife.
Al principio cumplía sus compromisos y así se ganó la confianza y la credibilidad de “numerosos” compatriotas italianos que le entregaron el dinero.
Con todos ellos firmaba contratos en los que se reflejaba que en el plazo máximo de 13 meses obtendrían el dinero invertido más el elevado interés y como garantía les extendía un cheque.
Pero la situación del empresario distaba mucho de la que intentaba aparentar y frente a unos gastos mensuales de 200.000 euros, entre sueldos o alquileres apenas conseguía unos ingresos de 5.000 euros, según el Ministerio Público
El acusado llegó a crear un banco virtual con una página web a la que no se podía acceder, que era donde los supuestamente estafados ingresaban el dinero por medio de transferencias y a veces lo recibían de su mano cuando lo extraían de un cajero.
Como consecuencia, al final resultó que al pagar los intereses de los primeros “inversores” con el dinero de los nuevos, no tardó en saltar la trama por los aires y el banco procedió a cancelar sus cuentas.
En la sesión del juicio intervino por videoconferencia una mujer que llegó a desembolsar entre 2017 y 2018 un total de 54.400 euros en varios contratos por los que iba a recibir 860 euros mensuales, como efectivamente ocurrió pero tan sólo los primeros meses. Al ganarse así su confianza esta mujer decidió seguir invirtiendo en el negocio de quien llegó a considerar su amigo personal.
Cuando empezaron a sucederse los impagos y la mujer quiso hacer efectivo los cheques se encontró con que estaban sin fondos y que incluso ella tuvo que pagar de su bolsillo 600 euros.
En un momento dado el acusado abrió una cuenta a su nombre donde ingresó 4.000 euros, por lo que la mujer hizo lo propio con una cantidad idéntica a fin de responder a lo que consideró un regalo.
La creación de este banco virtual era una de las principales ilusiones que el encausado tenía en su vida con el fin de no tener que depender de las demás entidades bancarias, le había confesado.
La mujer declaró que el procesado le aseguró en varias ocasiones que estaba obsesionado con limpiar el nombre de los italianos que residían en la Isla donde según dijo tenían muy mala reputación.
Cuando comenzaron a incumplirse los compromisos al principio ella fue comprensiva porque él le aseguraba que todo se debía a una batalla de las entidades financieras en su contra por haber abierto este banco virtual.
Finalmente, a la mujer le informaron que su amigo era objeto de una causa penal y decidió personarse en la vía civil, primero para reclamar el dinero.
Al no conseguirlo fue cuando presentó la querella junto con otras personas más que se consideraban víctimas de esta estafa.
Esta mujer, que llegó a temer que su dinero estuviera siendo utilizado en el tráfico de drogas o algún negocio turbio, se sintió tan engañada y traicionada que dado su estado psicológico regresó a Italia porque ya no se atrevía ni a salir a la calle.
En la sesión del juicio también intervino un ciudadano inglés al que traspasó un bar en el Puerto de la Cruz por valor de 30.000 euros pese a saber que no tenía licencia y que era imposible conseguirla por falta de documentación.
En otro caso se comprometió a pagarle a una mujer 2.405 euros mensuales tras invertir 7.800 y una más desembolsó 2.000, prometiendo siempre elevados intereses.
Con otra ciudadana firmó un contrato por medio del cual ésta invertía 7.800 euros con el compromiso de que iba a recibir 430 euros durante 13 meses y a recuperar el dinero, pero a la que sólo pagó cuatro cuotas.
Otro perjudicado puso en sus manos 13.600 euros a cambio de recibir 830 euros al mes y el dinero invertido.
En otro caso más una persona invirtió 34.000 euros con el compromiso de pagarle cada año 17.000 euros en intereses, más la devolución de lo ingresado.
Según la acusación, el procesado lograba que varias personas, especialmente italianos, confiaran en él para entregarle elevadas cantidades de dinero y a cambio les prometía una rentabilidad del 76% en pagos mensuales y que al final devolvería la totalidad de lo ingresado.
El procesado decía que estas ganancias las obtendrían de la explotación de varias viviendas vacacionales que supuestamente tenía en el sur de Tenerife.
Al principio cumplía sus compromisos y así se ganó la confianza y la credibilidad de “numerosos” compatriotas italianos que le entregaron el dinero.
Con todos ellos firmaba contratos en los que se reflejaba que en el plazo máximo de 13 meses obtendrían el dinero invertido más el elevado interés y como garantía les extendía un cheque.
Pero la situación del empresario distaba mucho de la que intentaba aparentar y frente a unos gastos mensuales de 200.000 euros, entre sueldos o alquileres apenas conseguía unos ingresos de 5.000 euros, según el Ministerio Público
El acusado llegó a crear un banco virtual con una página web a la que no se podía acceder, que era donde los supuestamente estafados ingresaban el dinero por medio de transferencias y a veces lo recibían de su mano cuando lo extraían de un cajero.
Como consecuencia, al final resultó que al pagar los intereses de los primeros “inversores” con el dinero de los nuevos, no tardó en saltar la trama por los aires y el banco procedió a cancelar sus cuentas.
En la sesión del juicio intervino por videoconferencia una mujer que llegó a desembolsar entre 2017 y 2018 un total de 54.400 euros en varios contratos por los que iba a recibir 860 euros mensuales, como efectivamente ocurrió pero tan sólo los primeros meses. Al ganarse así su confianza esta mujer decidió seguir invirtiendo en el negocio de quien llegó a considerar su amigo personal.
Cuando empezaron a sucederse los impagos y la mujer quiso hacer efectivo los cheques se encontró con que estaban sin fondos y que incluso ella tuvo que pagar de su bolsillo 600 euros.
En un momento dado el acusado abrió una cuenta a su nombre donde ingresó 4.000 euros, por lo que la mujer hizo lo propio con una cantidad idéntica a fin de responder a lo que consideró un regalo.
La creación de este banco virtual era una de las principales ilusiones que el encausado tenía en su vida con el fin de no tener que depender de las demás entidades bancarias, le había confesado.
La mujer declaró que el procesado le aseguró en varias ocasiones que estaba obsesionado con limpiar el nombre de los italianos que residían en la Isla donde según dijo tenían muy mala reputación.
Cuando comenzaron a incumplirse los compromisos al principio ella fue comprensiva porque él le aseguraba que todo se debía a una batalla de las entidades financieras en su contra por haber abierto este banco virtual.
Finalmente, a la mujer le informaron que su amigo era objeto de una causa penal y decidió personarse en la vía civil, primero para reclamar el dinero.
Al no conseguirlo fue cuando presentó la querella junto con otras personas más que se consideraban víctimas de esta estafa.
Esta mujer, que llegó a temer que su dinero estuviera siendo utilizado en el tráfico de drogas o algún negocio turbio, se sintió tan engañada y traicionada que dado su estado psicológico regresó a Italia porque ya no se atrevía ni a salir a la calle.
En la sesión del juicio también intervino un ciudadano inglés al que traspasó un bar en el Puerto de la Cruz por valor de 30.000 euros pese a saber que no tenía licencia y que era imposible conseguirla por falta de documentación.
En otro caso se comprometió a pagarle a una mujer 2.405 euros mensuales tras invertir 7.800 y una más desembolsó 2.000, prometiendo siempre elevados intereses.
Con otra ciudadana firmó un contrato por medio del cual ésta invertía 7.800 euros con el compromiso de que iba a recibir 430 euros durante 13 meses y a recuperar el dinero, pero a la que sólo pagó cuatro cuotas.
Otro perjudicado puso en sus manos 13.600 euros a cambio de recibir 830 euros al mes y el dinero invertido.
En otro caso más una persona invirtió 34.000 euros con el compromiso de pagarle cada año 17.000 euros en intereses, más la devolución de lo ingresado.
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