El anciano acusado de acuchillar a su mujer lo niega y dice que él era el maltratado

La Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife acoge desde este lunes el juicio con jurado a un hombre al que la Fiscalía pide 22 años de cárcel y 100.000 euros de indemnización para cada una de las dos hijas del matrimonio.

La versión que hoy ofreció el procesado es distinta a la del Ministerio Público.

Aseguró que no acuchilló a su mujer sino que le clavó unas tijeras pero a una profundidad mínima, y que desconoce quién le hizo las restantes heridas con un cuchillo.

Aquel día, mientras residía en un apartamento en Los Cristianos, había decidido suicidarse por cuarta vez dado el deterioro del matrimonio, que habían permanecido casados durante 56 años, y una enfermedad en el oído que se había vuelto insoportable.

Su intención, según relata, pasaba por subirse a la azotea y arrojarse al vacío pero antes quiso pasar por el apartamento para despedirse de su esposa.

Al contrario de lo que mantienen las acusaciones, afirma que no la encontró dormida, sino que estaba acostada viendo la tele.

Él se sentó a su lado y en un momento dado empezaron a discutir por cuestiones económicas, concretamente porque la esposa daba dinero a una hija que tiene problemas con las drogas y que había gastado ya alrededor de 175.000 euros en los últimos años.

Cuando ella comenzó a atacarle él cogió unas tijeras que estaban a su lado y se las hundió levemente en el cuello, pero como ella seguía dándole golpes entonces fue a la cocina y cogió un cuchillo, mientras ella se refugiaba en el patio.

Pero asegura que como el suelo estaba mojado cayeron juntos y quizás entonces fue cuando se haría alguna herida con el cuchillo, pero desconoce quién fue el autor de las más de una decena de puñaladas que aparecieron en el cadáver.

Con lo cual la Fiscalía señaló que sólo podían ser los sanitarios o la policía que acudieron alertados por los vecinos que escuchaban los gritos de la mujer. La muerte fue instantánea, aseguró el acusado.

Calificó los 56 años de matrimonio como una experiencia “fatal, de lo peor que he vivido, un auténtico infierno”, entre otros aspectos por acusar a su mujer de manipular a las hijas para ponerlas en contra suya.

Dice que cuando discutían ella elevaba la voz y abría las ventanas para que todo el mundo la oyera y aseguró que sólo le pegó un par de veces dos bofetadas porque le insultaba a él, a su hermanas y a su madre.

También tenía conflictos con las cuñadas, de las que dijo que una era prostituta y la otra lesbiana, “y mandaban más que yo en la casa, me tenía que ir al bar porque aquello era una guerra campal. Allí yo era un cero a la izquierda”.

Estuvieron separados tres años pero en 2018 volvieron a estar juntos, pese a que según él su mujer constantemente le pegaba, le gritaba y él tenía que encargarse de algunas tareas del hogar, como hacer la comida.

Relató que las infidelidades por parte de ella eran continuas y conocía a muchos de los hombres con los que había estado. En una ocasión escribió una carta acusándola de infiel, de tratarlo mal y la amenazó con exhibirla por todo el edificio, aunque finalmente se la entregó a su sobrina y ahora la ha aportado la Fiscalía.

Pero el Ministerio Público y las acusaciones coinciden en que realmente era él quien vejaba, maltrataba y humillaba constantemente a su esposa y que aquel día la atacó a traición mientras dormía, por lo que se pide el agravante de alevosía y el de ensañamiento.

La defensa solicitó al jurado que tuviera en cuenta que el acusado es un hombre con una mentalidad antigua y machista pero en ningún caso se le puede considerar un asesino ni siquiera maltratador.

Mantiene que hay pruebas de que la mujer pudo defenderse, de que fue ella la que inició la discusión y como atenuante se pide tener en cuenta que ha depositado 85.000 euros para cubrir la posible responsabilidad civil de sus hijas.